La prosa poética y filosófica de Clarice Lispector constituye un desafío hermenéutico para sus lectores. A la vez simple y hermética, las dificultades para la interpretación de su escritura están intimamente ligadas a la manera como Lispector mezcló diferentes elementos en su composición desorganizando la configuración de conocimiento de su tiempo. Escritora, poeta, filósofa y artista, la literatura de Clarice Lispector es el resultado de una intensa inmersión en la materia de la palabra en el curso de la cual unió todos los elementos primarios del laboratorio, transgrediendo los límites de la espiteme de su tiempo, para producir conocimiento sobre la vida. En 1977, en una de las pocas entrevistas que dió durante su vida, Lispector declaró haber mezclado todo, en su ejercicio de lectura, afirmando que escogía los libros por sus títulos, en lugar de ceñirse a los criterios dominantes de la clasificación de la producción escrita: "Yo mezclé todo, yo leía novelas de mujeres, libros rosa, mezclados con Dostoyevski, yo escogía los libros por los títulos y no por los autores porque yo no tenia conocimiento." (Lispector 1977).
Hecha a puertas de la muerte, esta declaración abre nuevos caminos interpretativos para el análisis de su obra. Si como lectora, Clarice llevó a cabo el ejercicio subversivo de navegar entre géneros, periodos y campos del saber; como escritora, procedió de la misma manera. No obstante, dejó poca o ninguna pista sobre los elementos primarios de su composición, y en más de una ocasión, se nego a revelar los autores, debates, objetos, e ideas que atravesaban sus escritos. Este hermetismo, encubierto bajo una prosa simple y poética -"que nadie se engañe, solo consigo la simplicidad a través de mucho trabajo" afirmaría en La Hora de la Estrella (1977) - donde nos invita a profundizar en la materia de la palabra con el fin de llegar a comprender las intervenciones políticas que Clarice Lispector lleva a cabo con relación al conocimiento y a la vida.
Es una autora que nos enfrenta a los limites entre la filosofía y literatura al encarnar un lenguaje fragmentario, que pone en cuestión la composición tradicional de la narración, algo sumamente enigmático que ha despertado mucho en mí el interes por leer toda su obra.
Clarice, sin formación filosófica, se enmarca en un enfoque humanista y vitalista, en el que el lenguaje poético y la creación no imita la realidad, sino que tienen la capacidad de generar vivencias y de transformar la realidad. A esta postura se llega tras una sospecha de la razón, percibida como insuficiente, para explicar el enigma que le supone a la autora la vida; La escritura poética se convierte en la herramienta capaz de unir razón y sentimiento, razón e irracionalidad, el ser y el no ser, lo que es y lo que podría ser.
Antes que nada, Clarice era una exploradora del mundo natural. Como investigadora de la naturaleza, su preocupación por el mundo natural la llevo a cuestionar, por medio de su escritora, la división disciplinaria de su tiempo para pensar con el cosmos desde una perspectiva más amplia. En ese sentido, cuando en su crónica "Me hago cargo del mundo" Lispector se declara primordialmente interesada en el ´Cosmos´, pone en evidencia el vasto alcance de su exploración natural. Gran observadora del cosmos, Lispector pasó su vida realizando investigaciones empíricas y especulativas sobre los humanos, los animales, las plantas, los minerales, el clima y la topografía. Además siguió las trayectorias de antiguas discusiones sobre el mundo natural y su evolución en distintos campos del conocimiento, como la teología medieval y la ciencia moderna. En su navegación subversiva por los mares del conocimiento, terminó construyendo su propia filosofía de la naturaleza. Para ella, Dios es el cosmos, sin principio ni fin y en eterna mutación; el tiempo no existe; la eternidad es el instante y la vida no es humana. Pensando con el árbol del conocimiento y el árbol de la vida, Clarice Lispector interroga la forma como la configuración histórica del conocimiento y la partición política de la vida se constituyen entre sí.
Un elemento central de la filosofía natural de Clarice Lispector es la idea de que Dios es el cosmos. Un cosmos sin principio ni fin, eterno y perpetua mutación. Esta tesis atraviesa varios de sus escritos. En `La Hora de la Estrella´ por ejemplo el narrador declara "Pensar es un acto. Sentir es un hecho. Los dos juntos soy yo que escribo lo que estoy escribiendo. Dios es el mundo". Y tambíen en `Agua Viva´, la narradora afirma: "Voy a parar un poco porque sé que Dios es el mundo". Y nuevamente en su crónica `Me hago cargo del mundo´ Lispector afirma: "El cosmos me da mucho trabajo, sobre todo porque veo que Dios es el cosmos".
Al ver a Dios en todo lo que existe, para Lispector, Dios es la naturaleza misma, y contradice el giro secular de la modernidad occidental que proclama que `Dios ha muerto´. Para ella Dios esta vivo en lo que existe: en el agua que fluye arrastrando minerales, en las estalactitas y estalagmitas que forman las cavernas, en todas las plantas y las flores, en todos los animales. Dios es la vida misma en todas sus manifestaciones: el cosmos, las estrellas, las hormigas, el semen y el protozoo. En un momento en que casi todos los escritores latinoamericanos escriben desde una perpestiva secular, Lispector asume un misticismo indescifrable.
Pienso en Lispector como una gran narradora, pero tambíen como un filósofa del cosmos de la estirpe de Spinoza.
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