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lunes, 12 de diciembre de 2022

Running With The Wolves - Daeg


La voz nos tienta, por más concreta. Presencia codificable, gramática de imágenes, contrapunto de paradojas que alguna técnica puede discernir, clasificar, reducir a patrones universales. En todo caso, ¿es posible discernir la voz de la mujer, o más bien, de la niña, la niña terrible que está dentro de la voz? ¿Es posible la distancia académica, la sobria sistematización, o hay que salir a encontrar la voz en la niña, en el grito, el gemido, la lucha cuerpo a cuerpo con las palabras para sobrevivir a la angustia de los miedos y monstruos, una conciencia que no conoce o no halla otra manera de ser?.

El miedo a tomar el camino que uno sabe propio y a la vez perdición. Un camino único, flanqueado de muros que son asíntotas que se juntan en el infinito vertical en un vértice que, de hecho, existe, y se llama Babel. El miedo atenaza a los pobres corderos con piel de lobo que tratan de asustar a sus propias manadas, malogrados por culpa de miedos que no eran los miedos de los padres, que no eran sus padres porque no los concibieron con miedo, sino como derecho, como quien manda esculpir una escultura de su propio busto, sin cordón umbilical. 

El miedo que inventamos para poder pensar que tenemos valor.

Pero no,
No conocemos el valor, porque no conocemos el miedo.