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domingo, 28 de junio de 2020

Turista o Peregrino

Dolores Ashcroft Nowicki & Jo Gill. The Fool, 1989


Pareciese que una de las ultimas mascaras de la barbarie moderna es el turismo. "Turismo cultural", "Turismo religioso".

Este término, "turismo religioso", ilustraría a la perfección lo que se puede calificar -sin miedo a exagerar- cómo, la necedad de nuestro tiempo. Es un colofón triunfal de la secularización del espacio, al servicio del esclavo moderno, el ciudadano global, que es mantenido con vida para que trabaje, compre y asista a los medios de control mental.

Al más "privilegiado" de esos esclavos, se le da como premio la posibilidad del turismo: colaborar con el monopolio de las aerolíneas, gastar su “dinerucho” en servicios innecesarios y fotografiarse como un imbécil con los monumentos a su propia ignorancia. Los turistas, a donde vayan, consideran lo que ven como objetos de decoración. Selfies, poses modeladas, besos, (que se note que nos “amamos” … qué disfrutamos).

Como dice en uno de los albergues del camino a Santiago de Compostela: «El turista exige, El peregrino agradece». Hay una gran distinción entre el profano (El turista) y el discípulo (El peregrino), que es muy notoria tanto en los viajes geográficos como en el viaje de la vida.

domingo, 7 de junio de 2020

in-Potentia

George Frederick Watts. Esperanza, 1886

Siempre suelo toparme con esta clase de preguntas «¿y qué hacemos con todos estos problemas culturales?»«¿qué hacemos con un sistema bancario corrupto?»«¿qué hacemos con la gente encerrada en los programas sociales del sistema establecido?»...

Honestamente, los procesos de pensamiento y la mente son un programa. Considero que la sociedad, en sí misma, es un programa en ejecución y la programación encierra a la gente en puntos de vista específicos, ¿cómo resolvemos esos problemas? ¿cómo lo hacemos? ¿qué carajo hacemos?. Todo el que decide enfrentarse a la ortodoxia establecida, a las formas tradicionales de ver el mundo -por no hablar del sistema en el que ya vivimos-, debe prepararse definitivamente para ataques vehementes.