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lunes, 30 de noviembre de 2020

La Peste de Albert Cammus




Bueno no podía acabarse este año sin leer este clásico de los clásicos, en medio de pandemia y cuarentena esta obra toco lineamientos muy filosóficos y logro impactarme.

Aquí un pequeño fragmento:"Yo sé a ciencia cierta que cada uno lleva en sí mismo la peste, porque nadie, nadie en el mundo está indemne de ella. Y sé que hay que vigilarse a sí mismo sin cesar para no ser arrastrado en un minuto de distracción a respirar junto a la cara de otro y pegarle la infección. Lo que es natural es el microbio. Lo demás, la salud, la integridad, la pureza, si usted quiere, son un resultado de la voluntad, de una voluntad que no debe detenerse nunca. El hombre íntegro, el que no infecta a casi nadie es el que tiene el menor número posible de distracciones. ¡Y hace falta tal voluntad y tal tensión para no distraerse jamás! Cansa mucho ser un pestífero. Pero cansa más no serlo. Por eso hoy día todo el mundo parece cansado, porque todos se encuentran un poco pestíferos. Y por eso, sobre todo, los que quieren dejar de serlo llegan a un extremo tal de cansancio que nada podrá librarlos de él más que la muerte.”

Como no quiero extenderme y quiero ser concisa, esta lectura fue más filosófica que cualquier otra cosa y para un año como el 2020 tan lleno de incertidumbre, escasez, angustia y preguntas humanas, el libro deja en reflexión y contesta que la peste es un virus biológico, pero también espiritual. Todos somos apestados porque damos nuestro consentimiento tácito y a veces explícito a un sistema que oprime, daña y mata a la gente, por lo que hay que luchar no sólo contra el virus que se detecta bajo un microscopio, sino también contra el que habita en nuestros corazones. Erradicar la peste del corazón es llegar a la paz. bloquear clic derecho