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sábado, 9 de febrero de 2019

Ensayo sobre la ceguera de José Saramago





Primero, debo escribir que no estoy tan acostumbrada a pasar escenas tan densas que me afecten mi sensiblidad por tanto tiempo, y que el carácter simbólico y filosófico de la novela esta inminente pese a ello.

Segundo, el narrador se introduce en numerosas ocasiones en la historia, opinando y ofreciendo reflexiones, aunque éstas provienen en su mayor parte de los diálogos entre los personajes. Sorprende a veces la finura del pensamiento de los protagonistas, discutiendo sobre la causa y la naturaleza de la ceguera. 

La mujer del médico, siempre desde el punto de vista de la persona no ciega, atribuye primero la ceguera al miedo y más adelante a la falta de esperanza. Para la chica de las gafas oscuras la ceguera y la muerte se igualan en el hombre: «estamos ya muertos, estamos ciegos porque estamos muertos, o, si prefieres que lo diga de otra manera, estamos muertos porque estamos ciegos, da lo mismo» A lo que la mujer del médico responde que la ceguera blanca es una ceguera de sentimientos, unos sentimientos que nacieron de los ojos y que necesariamente ya no pueden ser los mismos, privados ya de la vista. Su conclusión final parece establecer el origen de la ceguera en un motivo mucho más simbólico y abstracto: «Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven»

Tercero, una ceguera que el lector puede someter a múltiples interpretaciones. Independientemente del símbolo que se elija, Ensayo sobre la ceguera se perfila como una sublime descripción del ser humano, su apego a algo tan connatural a él que no se echa en falta a menos que desaparezca, la vista. Una reflexión, en definitiva, sobre cómo el hombre puede dejar de ser hombre, sobre el sutil nexo que une al ser humano a su humanidad. Un libro lleno de simbolismo que no dejará indiferente a nadie.
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