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viernes, 7 de mayo de 2021

...con P de POLOMBIA: Putria Patria




Masacre. Muerte verdadera muerte, 2001


Nací en un país violento, en mi crecimiento fue normal escuchar disparos en la noche o incluso despertarme con el grito estruendoso por el vendedor de periódicos a las 6 de la mañana proclamando nuevo asesinato en mi barrio. En nuestra sociedad Colombiana, la muerte y la violencia son un diario vivir. Es como si no tuviéramos una tierra sino un cementerio, como si viviéramos en una fosa común y festejáramos en ella los carnavales llenos de hedor y sangre, tanto que hacemos chistes y reímos de ello cotidianamente. Estamos tan cauterizados en nuestra conciencia, que no nos extraña la muerte por un hurto pequeño, el impacto de una bala perdida, la muerte de un líder social, o un violento altercado por pedirle al vecino que le baje a la música. En nuestra idiosincrasia al que matan "se lo merece". Porque matar es un canto a nuestra bandera y un loor a nuestra maldita historia. Porque mientras hemos vivido mas de 200 años de dictadura y corrupción absurda; 20 años gobernados por la misma persona, el mismo genocida, el que dio la orden de apoyar el derecho de soldados y policías de utilizar sus armas contra su propio pueblo -hace tan solo unos días-, el país ardiendo entero y... ¿la culpa es de la izquierda, la oposición, los "otros"?.

Crecí en un país dónde la religiosidad popular se convirtió en un cáncer, en dónde le dan la bendición al gobierno asesino y acusan la "violencia" del pueblo, pero se quedan callados ante la violencia del estado. Porque mientras hay 6.402 hijos abortivos del estado, convocan marchas "próvida" pero terminan legitimando un gobierno promuerte. ¡Hipócritas!