Vivaldi (1678-1741) – Las estaciones cambian, pero la música de Vivaldi florece eterna en la sinfonía del tiempo.
J.S. Bach (1685-1750) – Entre notas y contrapuntos, Bach construyó catedrales invisibles, donde el alma encuentra la paz, donde la fe no necesita palabras, solo el sonido de la eternidad.
Handel (1685-1759) – La grandeza de Handel yace en su capacidad de elevar lo humano hacia lo divino, que todo lo sublime es un eco del alma, que el cielo no es un lugar, sino una armonía.
Telemann (1681-1767) – Con ligereza y gracia, sus melodías son como una danza que se burla del tiempo. El juega con los placeres simples de la vida, y a danzar al ritmo de lo efímero.
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