He terminado la lectura completa de todas las obras de está increíble escritora Nigeriana, nacida en la aldea de Abba, quinta hija de un matrimonio de etnia igbo donde pasó su infancia en la ciudad de Nsukka, sede de la universidad de Nigeria, en una casa que anteriormente había sido habitada por el célebre escritor nigeriano China Achebe, autor por quien esta autora siente una gran admiración.
Chimamanda me ha hecho viajar a África por estos dos últimos años y me ha nacido un cariño muy especial por su pluma. La descubrí trabajando en una librería con sus 3 tomos pequeños: "El peligro de la historia única, Todos deberíamos ser feministas y Querida Ijeawele", recuerdo haberla subestimado por tomar textos de una filósofa que admiro mucho -Marina Garcés- con “El peligro de la historia única”, pero hoy puedo decir que me alegro por fin de haberla leído y conocer su trabajo íntegro.
Algo que me encanto fue sus ambientes, como mi mente los imaginaba, la comida, las descripciones deliciosas de sabores, olores y tonalidades, que lo sumergen en el universo de la obra. Se me quedara para siempre el fufú, el plato tradicional elaborado con ñame que comían Kambili y Jaja en los almuerzos.
Si bien es prácticamente una obra perfecta, solo tengo una molestia: Creo que el final se aceleró un poco. se siente precipitado, un poco atropellado. Pese a eso, no dudo al decir que La flor púrpura es una obra maravillosa.
Me llevo este parráfo al alma cuando kambili cuenta: -"Aquella noche al bañarme en un balde lleno de agua de lluvia, no me limpié la mano izquierda, la que el padre Amadi había sostenido con suavidad para quitarme la flor. Tampoco puse a calentar el agua porque tenia miedo de que la resistencia eléctrica le robara al agua el aroma del cielo. Durante el baño canté."