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viernes, 1 de octubre de 2021

I. La Apología de la Cultura Pop - Cine




Que la manipulación, la mentira y la iniquidad sea algo cotidiano en el mundo moderno, puede incitar a que se valoren algunas graves materias como superfluas, anecdóticas, irrelevantes. Las expresiones artísticas propias de la modernidad serían un buen ejemplo de como algo dañino se presenta como inofensivo, incluso edificante, constructivo, “cultural” (dirán los modernos).

Nadie duda del carácter “industrial” de las expresiones artísticas modernas, que todo contemporáneo no duda en reconocer. Así, los más entusiastas seguidores de estas expresiones, se vanaglorian de la existencia de una “industria del cine”, una “industria de la música”... sin saber que estas expresiones ilustran a la perfección lo que puede llamarse –sin miedo alguno a exagerar- la esquizofrenia de nuestro tiempo.

Independientemente de lo que se pretenda entender con el término “arte”, parece obvio que esta actividad (el “arte”) sería la propia de los artistas.

Precisamente la “industria” supone ser -por definición- la antítesis misma de cualquier creación artística o artesanal. De hecho, allá donde llega la industria, como consecuencia, los artistas, los artesanos, y los oficios tradicionales en general, se ven amenazados hasta que –más temprano que tarde- desaparecen.

Ese es el efecto inmediato de la llegada de cualquier industria y la “revolución” que siempre le acompaña. Allá donde la industria produce, el arte no puede crear. “Arte” e “industria” no son sólo conceptos opuestos, sino que también son actividades rivales entre sí, premisas irreconciliables, verdaderos enemigos tal y como el conocimiento tradicional y el espíritu moderno lo son. Ignoramos qué quieren decir algunos contemporáneos con las “expresiones artísticas” de la “industria de la música”; sólo podemos valorar esta expresión bien como un“double-think” orwelliano admitido, bien como un balbuceo de una necedad que ya hace tiempo carece incluso de vergüenza como para disimularse.