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lunes, 3 de octubre de 2022

La New Age y su Paradigma


Un paradigma es una forma de estructurar la realidad; consiste en las "lentes"mediante las que configuramos la percepción, las respuestas y creencias a través de las cuales creamos la realidad que nos rodea y que somos. En una palabra, son hipótesis que brindan los supuestos sobre los que se basan los puntos de vista acerca de la naturaleza del mundo (y del Universo todo).
El problema surge cuando estos paradigmas se esclerotizan, se tornan rígidos e inmutables, convirtiéndose así en "paradigmas normativos" al decir de T. Wilson, es decir, pasan a ser filtros conceptuales y marcos referenciales que condicionan la manera "natural y sensata" de ver las cosas.

En este sentido, el paradigma "occidental" de los últimos tres siglos ha sido el paradigma newtoniano-cartesiano que ha concebido al Universo como de naturaleza material, contemplándolo de una manera atomística y reduccionista, buscando la naturaleza fundamental y última de la materia a través de la descomposición en sus partes componentes y dando por sentado que dichas partes existen en tanto entidades separadas y aisladas.

Pero nuestra especie se ha vuelto arrogante, contemplándonos como si la Tierra fuera nuestra y pudiéramos hacer con ella lo que quisiéramos. "Creemos" que nosotros somos conscientes y que el Universo no lo es. Nos consideramos con derecho de y a conquistar (obsérvese bien la connotación semántico-emocional que dicho término lleva implícito), "nuestro" planeta y el espacio infinito; a explotar (otro término con una particular connotación) a la naturaleza en beneficio de la máxima creación: el ser "humano".

No existe el respeto cuando mutilamos y matamos a otros seres en aras de un pretendido "progreso"; tampoco existe respeto cuando creamos situaciones en las que millones de personas pasan hambre, mientras almacenamos alimentos y arrojamos la leche por los desagües, o cuando tiramos cosechas enteras para aumentar los precios. No hay respeto cuando contemplamos la vida como una batalla que produce ganadores y perdedores; explotadores y explotados. En la pugna contra la naturaleza estamos descubriendo gradualmente que hemos estado luchando contra nosotros mismos.

En base a lo anteriormente expuesto, tengamos presente que este fin de siglo y culminación de un milenio ha implicado también un "fin del mundo", pero depende de nosotros el que sea de naturaleza catastrófica o realizadora, negativa o positiva.

Orientado a un nuevo período en la historia de la Humanidad se está forjando un nuevo paradigma que tenga, como esencia, la sabiduría taoísta de actuar en armonía con el ritmo natural del Universo. Paradigma que ha de basarse en enseñarnos y hacernos comprender que las fuerzas que pueden unirse para destruirnos son las mismas que pueden favorecer el desarrollo individual y social.

En este sentido, al hablar de "fin del mundo" no necesariamente se está queriendo significar la desaparición del planeta y de la especie humana, aunque si la culminación de un mundo de ideas, concepciones, paradigmas y "ciencias" de manera tal que otras nuevas y diferentes comiencen a imperar. Esto no implica que también hayamos podido arribar a un fin de milenio de carácter apocalíptico, puesto que nunca como hoy se habían alcanzado niveles de angustia, de descontento, de depresión y desesperación como los nos invaden hoy día, así como la capacidad destructiva que la "tecnología" ha depositado en nuestras manos. Hacia que lado se incline el fiel de la balanza dependerá de nuestra responsabilidad, entendida ésta como "habilidad para responder".


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