/

viernes, 2 de octubre de 2020

El Símbolo y su Inversión





Hace rato que he querido escribir este post sobre el "Símbolo", y sí, tristemente el estado de salud de dicho término resulta penoso en extremo... supongo que empezaré desde el principio para llegar a donde quiero. ¿Qué es un símbolo?.
El símbolo es el soporte de expresión del principio metafísico. La metafísica resulta ser el dominio más allá de la física, por lo tanto, más allá del dualismo de toda manifestación cósmica, más allá de las coordenadas del espacio y el tiempo, más allá de cualquier accidente substancial.

Para referirse a esos principios desde nuestra condición existencial (la humana), nos tenemos que apoyar necesariamente en los “símbolos”, es decir, soportes físicos que expresan lo metafísico. Por lo tanto, el símbolo sería el soporte de conocimiento trascendente, pero no es sí mismo y por sí sólo, sino a través de un componente teleológico inherente al símbolo, un circuito de transmisión con lo cualitativo, una unión gnoseológica entre en símbolo y el principio simbolizado.

Sin embargo, el símbolo, al tener un componente formal, está circunscrito a las leyes de la manifestación cósmica, es decir, estaría sujeto a la decadencia. En otras palabras: el símbolo va a sufrir una degeneración, y dicha degeneración es la causa de la ya citada pésima salud del lenguaje simbólico actual.
Pero infelizmente, eso no se queda ahí, en una devaluación (llamémosle) “natural”: el último estadio de esa degeneración no sería tanto el vacío de contenido simbólico, sino una inversión simbólica total, en la que se apoya nuestro mundo.

La inversión simbólica fija el aspecto nefasto del símbolo, lo reduce a su utilitarismo ególatra, y frena –en apariencia indefinida- el proceso de restauración simbólica que daría pie al ciclo siguiente. La inversión simbólica no sólo daría al símbolo una validez subversiva, sino que dicha validez paródica y grotesca, impediría que el proceso cósmico siga su curso. Es decir, con todo rigor, la inversión simbólica sería en sí misma la “contranatura”, expresada no tanto como un “movimiento” sino como un “estancamiento”. Se trata de una subversión del orden natural. Y como el orden natural resulta ser el único orden verdadero (pues fuera de ese orden, sólo habría caos), la inversión simbólica generará una especie de ilusión de "orden", un: "nuevo orden".

Desde una perspectiva primordial, el símbolo expresa  el principio metafísico, el cual no estaría sujeto a contingencias existenciales de ningún tipo. Así, el símbolo no necesita ser “interpretado”, pues tan sólo puede ser contemplado directamente en un continuo meditativo. Por lo tanto, la función del símbolo no es sino la “unión” entre el conocedor y lo conocido; la expresión pura del conocimiento. Esa es la verdadera naturaleza del símbolo; y si este parece tener otra (como en el momento actual), se debe nuestra ilusoria percepción del proceso de manifestación de su forma.

En la inversión, el símbolo es ante todo una forma que sirve de pretexto para una actividad ególatra que buscaría un fin. Se trataría de una subversión de la función simbólica; y ella misma sería una barrera de contención que frena el flujo natural de la manifestación del símbolo. Gracias a la inversión simbólica, ya no sólo se ignora el contenido verdadero del símbolo, sino que se interpretan las formas simbólicas erróneamente, a través del fin al cual sirven. La transmisión de conocimiento queda así completamente destrozada.  

Algunos pocos ejemplos, grotescamente explícitos, en ideologías políticas modernas como el nazismo que adoptó la “svástica” india, o como el socialismo que adoptó la “rosa roja”. Existen estados que adoptaron como emblema el “águila” como el gobierno federal norteamericano, el “león” como el inglés (¿Cuándo hubo leones en Inglaterra?), o el “gallo” como la nación francesa. Existen corporaciones que adoptaron la “concha de siete líneas” como Shell, o la “estrella de cinco puntas” como Texaco. También fue adoptado el pentagrama por fuerzas militares (el “pentágono” estadounidense o la “estrella” del ejército rojo soviético). La inversión simbólica llega a extremos de ironía como la cadena de comida basura McDonalds que utiliza como símbolo una “eme” en forma del ideograma sánscrito lam, sílaba raíz (en sánscrito, bija mantra) asociada al aroma, al buen olor, y a la salud y la prosperidad material. La corporación farmacéutica Bayer usará una “cruz latina”, el monstruo automovilístico BMW se apoya en el “cuaternario” coloreado dos a dos, el banco británico Lloyds toma el “caballo negro”, y la multinacional de cafeterías basura Starbucks utiliza una deidad femenina acuática (cuyo diseño original se puede encontrar en la tienda situada precisamente en el Pike Market en Seattle). La lista de formas simbólicas devaluadas e invertidas al servicio del Establishment, sería un trabajo para el que reconocemos no tener paciencia ni tiempo, además de carecer de interés en sí mismo. Sólo decir que como se ve en el extremo cuantitativo de la degeneración del símbolo, estaría el “logotipo”. Basta que el lector eche un vistazo a su alrededor para comprobar que el mundo moderno está repleto de esta contaminación visual que afea nuestro día a día en el sentido más profundo de la palabra “fealdad”. 

Las implicaciones de las inversiones simbólicas son muchísimos más graves y serias que una mera cuestión de “imagen”, tal y como pueden pensar algunos lectores creyendo que un “emblema”, un “icono” o un “logotipo” sólo es la “imagen” de una institución, corporación, estado o simple publicidad. El contenido que se esconde bajo la apariencia iconográfica puede parecer inofensiva a ojos del hombre moderno, y es precisamente esa apariencia inofensiva lo que convierte a la inversión simbólica en el estancamiento contranatura que  ya se está adhiriendo el ser humano actual, el “nuevo humano”, el infrahumano. 

Esto amenaza con destruir completamente cualquier forma de intelectualidad, de conocimiento, de humanidad.  Mientras se resiste en los reductos de humanidad, el Establishment va a seguir presionando para que la infrahumanidad sea una conditio sine qua non de la supervivencia. 
bloquear clic derecho

No hay comentarios.:

Publicar un comentario