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lunes, 20 de julio de 2020

Bites - "La Ilusión de la Información"






Si preguntamos a un moderno: “¿Estás bien informado?”. Él –después de decir sí o no– argumentará su respuesta con una serie de datos: unidades cuantitativas de información con los que trafica el massmedia.

Cuando el hombre moderno enciende la televisión, o abre sus redes sociales, lo que está haciendo es abrir el canal de transmisión de datos del Establishment directo hacia su cerebro, que será el responsable de tratar (o en un lenguaje informático, “procesar”) esos datos. La pregunta más natural y espontánea que se hará el ser humano al identificar esa unidad de información, será: ¿Esos datos son ciertos o son falsos? Sin embargo, resulta curioso comprobar que incluso esta cuestión resultaría irrelevante para la exitosa maquinaria informativa global.

La información es una larga secuencia de datos alrededor de un abismo de profunda ignorancia y un medio “informativo” es el traficante que comercia con esos datos, de los que se sirve la plataforma de control mental informativa. Un hombre informado es un esclavo con la mente bajo total control de un poder intangible que no puede identificar: la mentira impuesta por sus amos. Y sin embargo, aunque cueste trabajo digerirlo, todo esto no sería lo más terrible que los medios de información pueden perpetuar en el indefenso hombre moderno.

La información aspirará a colapsar la capacidad cognitiva del hombre, es decir, destruir intelectualmente al ser humano. Bombardear con datos una mente.

Un hombre moderno medio se expone cada día a una cantidad de información mediática que es incapaz de asimilar en términos psicofisiológicos: redes (twitter, facebook, instagram...), telediarios, periódicos, internet, radio, tv shows, realities, publicidad, pop… el hombre moderno es incapaz de integrar esos datos en su conciencia. ¿Por qué se coloca al hombre moderno en una situación que le resulta insoportable? Pues precisamente porque es insoportable: la mente se rinde a tal sobre-estimulación, la capacidad cognitiva colapsa, y el runrún informativo se manifiesta triunfante como diabólico sustituto invertido del conocimiento. Así, el hombre moderno no sólo no conoce, sino que –lo que es peor- cree conocer a través de la información, y dicha información no es sino una programación, en el sentido “informático” del término. Se trata por lo tanto de una “computarización” del intelecto humano. Para deshumanizar la mente humana basta con conseguir que dicha mente se identifique como computadora, basta con “programar” la mente con lenguaje informático.

La informática es el mismo proceso antes expuesto. Son datos (bytes) de información lo que sobre-estimula la capacidad cognitiva del moderno hasta su colapso en el control mental del ciudadano zombi. ¿Por qué colapsa la mente humana con esos bytes? Porque la mente humana no opera bajo el dominio informático. La mente humana no sirve para “procesar información”, sino para “conocer”.

La mente humana no es un ordenador aunque así sea tratada. No procesa, sino que conoce; no maneja datos, sino que discierne la verdad. Sin embargo, la modernidad programa la mente del ser humano moderno a través de la imposición de un lenguaje informático, es decir, bytes de información.

Lo que trato de decir es que el massmedia global fuerza a la mente humana a una actividad que no le corresponde, con el fin de que ésta se autodestruya.

Más claro no se puede decir: la información sirve de ilusión del conocimiento; la mente cree conocer mientras se autodestruye informatizándose; la deshumanización no es sino la mente hecha computadora. Esto resulta desconcertante porque este proceso sólo se acostumbra a identificar en el movimiento contrario: los científicos hablan de “inteligencia artificial”, de producir “un ordenador que piense por sí mismo”, de “hacer una máquina que piense como un humano”. Sin embargo, para llegar al fin de la deshumanización, los progresos a pasos agigantados vienen del lado opuesto: ya hay personas “informatizadas”, ya hay personas cuya conciencia es una programación informática, ya hay personas que operan como perfectas máquinas. Mientras el hombre moderno espera sentado la producción de “inteligencia artificial” de manos de sus admirados científicos, ignora que estos ya han hecho de él un “artificio inteligente”.

Cuando el massmedia informa a un hombre, está informatizando su mente, programando su conciencia, computarizando su alma. Nunca estuvo el ser humano tan lejos del conocimiento. Conocimiento: en la antípoda cualitativa de la información: Pero si hablamos de la “era de la información”, e identificamos dicha información como la ilusión sustitutiva e invertida del conocimiento, habrá que definir dicho conocimiento, aunque sea de manera breve, y por muy despreciado que éste se encuentre en la actualidad.

La “información” es medida cuantitativamente a través de datos (bytes); el conocimiento es una cualidad no mensurable sin unidades fragmentadas (se conoce o no se conoce). La “información” circula gracias a medios que trafican con esos datos; el conocimiento se adquiere a través de la actividad intelectual del ser humano. La “información” se procesa a través de una ciencia moderna (la informática) apoyada en un lenguaje matemático (el binario); el conocimiento se transmite a través de la tradición que estaría siempre lejos de cualquier expresión científica moderna. La “información” es el dominio propio de la computadora; el conocimiento es la naturaleza propia de la mente humana.

Si la información aspira a la deshumanización a través de una secuencia indefinida de datos, la cualidad humana es el mismo conocimiento, la cognición pura, la gnosis (lo que en sánscrito, se llama jñana). Esa actividad propiamente humana es referida en la tradición india como samyana. Se trata de un mismo acto dividido en tres estadios correspondientes con los tres elementos que intervienen en la cognición: el conocedor, lo conocido, y el conocimiento que los une. El sujeto conocedor fija un objeto (en sánscrito, dharana), y se establece así un continuo entre sujeto y objeto (en sánscrito, dhyana), que culmina en la unión y asimilación entre el conocedor y lo conocido (en sánscrito, samadhi). Ese es el conocimiento expresado por todas (subrayo sin miedo a equivocarme: todas) las tradiciones: la “unión” entre el conocedor y lo conocido en un dominio cualitativo que puede llamarse –con todo rigor- el conocimiento. 

Se encontrarán los mismos principios humanos en la tradición india drávida, en el budismo, en la Persia zoroastriana, en el sufismo… En verdad, se encontrará la actividad intelectual haya donde haya actividad humana. Se trata de una ecuación que no tenemos inconveniente en enunciar: allá donde haya seres humanos, hay conocimiento. Y sin embargo, la modernidad se define a sí misma como la “era de la información”, olvidando y despreciando el principio gnoseológico humano. Es decir, la modernidad se define a sí misma como la amenaza del conocimiento.

El conocimiento se olvida con la sustitución que desempeña la información; la intelectualidad se destruye con el desarrollo de la informática; la gnosis desaparece con los procesadores de datos… y el ser humano muere para convertirse en ¡ciudadano informado!

En definitiva: el hombre moderno se afianza en la más abismal ignorancia, precisamente a través de la arrogante ilusión que le proporciona la “información”. Las nuevas revelaciones a la humanidad se llevan a cabo por las redes sociales, TvShows, Netflix, HBO, CNN, BBC, MTV, Fox, …, los nuevos profetas que ven a su Dios en una mata ardiendo, ahora se esconden en las agencias de información.

A base de “informar” (es decir, bombardear con datos a una mente que no puede procesar bytes en un lenguaje que no le es propio), las secuelas sufridas hacen que esta mente se encuentre cada día menos reconocible. En otras palabras más claras: el ser humano es cada vez más estúpido. Esta estupidez con tendencia a la infrahumanidad se disimula a la perfección gracias a la ilusión de inteligencia mensurable a través de las nuevas aplicaciones científicas. Es decir, el hombre moderno puede tener un IC de 210, puede desarrollar ingenios tecnológicos que lleva a otros planetas, puede clonar ovejas, volar a velocidad sónica, o trasplantar corazones… y, sin embargo, cada día es más estúpido. Es difícil asumir esto cuando desde el polo substancial y cuantitativo, todo parece seguir un “progreso” admirable. Es difícil de asumir esto cuando se está profundamente adoctrinado en una “evolución de la inteligencia”.

Que arduo es asumir esto cuando se confunde el ocaso de la cualidad humana, con el glorioso punto álgido de una civilización. Es difícil asumir esto, y sin embargo ello no impide exponerlo con total claridad: el hombre moderno resulta ser cada vez más idiota, es decir, cada vez menos inteligente, cada vez menos humano. Esto resulta comprensible cuando se interpreta el proceso de deshumanización en el que estamos involucrados: la fuerza infrahumana está interesada en hacer del hombre lo que efectivamente está haciendo. De esta forma, el moderno se siente orgulloso de su residual inteligencia capaz de desarrollar tecnología o aplicaciones informáticas… La infrahumanidad sonríe y se frota las manos ante este orgullo: ella se está saliendo con la suya, ella está ganando la partida, ella está cerca de culminar su proyecto.

Quizás el lector puede reflexionar sobre estas cuestiones a través de algunas preguntas:

- Mientras el mundo ha cambiado en, aproximadamente, unos cincuenta años, de tal forma que no lo conoce ni la madre que lo parió, ¿Cómo ha cambiado mi interior, en qué grado y en qué profundidad?

- Sí la informática aspira a crear inteligencia, ¿No habrá sido sumamente más sencillo producir una “programación informática” aplicable a mi estructura mental?

- Sí el lenguaje informático crea una “realidad virtual”, ¿Será igualmente “virtual” la realidad que mi mente crea a través de ese mismo lenguaje impuesto en mi conciencia moderna?

- Sí me he considerado siempre como un “ser inteligente”, ¿Por qué la expresión de esa inteligencia, no tiene ni rastro de una mínima intelectualidad, sino más bien lo contrario: ¿una inerte tendencia a la sistematización, a la clasificación, a la taxonomía cuantitativa?

- Sí siempre me han dicho que “los hombres están evolucionando” y yo me lo he creído, ¿Qué diablos es eso que camina encorvado por la calle, temeroso hasta de su sombra, coleccionador de síndromes y enfermedades, con corbata en el cuello, con un smartphone en la oreja, con chip en su tarjeta de crédito, y con un calzoncillo de marca encorsetando un estéril y disfuncional sexo?...
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