Saint-Saëns (1835-1921) – Saint-Saëns explora el misterio de la belleza, la elegancia y lo enigmático , su música sugiere mundos ocultos bajo la superficie, su arte es un espejo de lo que no comprendemos.
Bizet (1838-1875) – La pasión de “Carmen” arde como un sol andaluz, brillando aún en el ocaso. Su pasión es como el fuego de un atardecer: hermosa y mortal, consumiéndose en su propia intensidad.
Mussorgsky (1839-1881) – Sus obras son retratos vivos de la tierra rusa, de sus penas y grandeza. Su música capta el alma de Rusia, una tierra de verdaderos contrastes, entre la miseria y la gloria.
Tchaikovsky (1840-1893) – Su música es el dolor, la melancolía y la belleza unidos en una danza de cristales (ballets) como en un cuento de hadas que se rompen al tocar.
Dvořák (1841-1904) – Sus notas evocan praderas y ríos, llevando la nostalgia de su patria al mundo. Dvořák es la voz de la nostalgia, de una patria soñada, donde cada melodía es un viaje de retorno.
