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viernes, 9 de febrero de 2024

I D I O C R A C I A


Vivimos en una sociedad aletargada, dependiente de que alguien piense por ella, lastrada por las decisiones de grandes corporaciones, simplificando la cultura y desarrollo del intelecto del individuo a su mínima expresión. Eso es «Idiocracia», una película  que acertó y predijo lo increíble y lo grotesco, como el día que Trump ganó las elecciones y muy posible renueve su poder ahora hasta volverlo de por vida, o con la llegada a la presidencia de Millei en la Argentina, o el hombre adulto de 50 años en Canada que se autopercibe niña y gana en un torneo de niñas de 13 años, ya no hay nada demasiado absurdo o estúpido. La «Idiocracia» es ahora.

Las crisis económicas son evidentes, el cambio climático es más tangible que nunca, la brutalidad policial, las deudas médicas que condenan a familias. Detalles que le han dado una nueva vida a la situación casi apocalíptica que dibuja su distopía. La gente protesta en las calles contra el racismo, la descriminación, etc. Vandalizan, de manera ignorante estatuas de personalidades que lucharon contra la misma esclavitud, antes de que aparezcan sus imágenes en las redes sociales. Asociaciones antifascistas son clasificadas como terroristas. Se dispara como otro virus la obsesión de los avatares de Facebook,  (plagiados de sobreestimulos y ahora al acecho de un mundo más idiota con las nuevas Apple vision Pro).

Por Internet en nombre de la “libertad cultural” y el criterio personal es censurada y aplastada por la injuria de personas criadas por series animadas como “South Park” o “Padre de Familia” o la "profética serie" de los “Simpsons”: azotan las redes sociales con una moral típica de inquisición bajo razonamientos que carecen del completo sentido. Pero, para algunos, en este escenario complejo y peligroso es mucho más urgente ir a gim, buscar la manera de arreglarse el cabello o pintarse las uñas acrílicas. 

En 2006, se estrenó de manera muy discreta una comedia distópica que satiriza de manera cruda y sin miramientos el propio núcleo de la estupidez de la sociedad norteamericana. Un filme de humor absurdo y despiadado muy enfocado en desmantelar el futuro del “sueño norteamericano”. La sátira hincaba sus dientes en referencias directas a marcas, programas televisivos y fenómenos culturales propios muy populares en todo el mundo. Quizá por este motivo, su propio estudio la trató como un hijo bastardo no querido y, sin saber muy bien qué hacer con ella, ni siquiera se hicieron pases de prensa, su estreno se fue posponiendo y no tuvo ninguna publicidad. Es muy posible que durante sus primeros minutos, donde a modo de prólogo se presenta el origen de una futura Norteamérica totalmente idiotizada, fuese tomado este metraje como una ofensa demasiado grave, como para tomárselo como un chiste en un país que se vanagloria de su libertad de expresión. O muy posible, se percatarán, de que se encontraban frente a un espejo de sí mismos.

La película denuncia la propia cultura estadounidense, (cultura que ha globalizado el mundo entero) la cual es presentada como una antítesis intelectual, inexorable con el medio ambiente, consumista, obesa, sobresaturada por el marketing, adoradora de la violencia, amante de las armas, regida por grandes corporaciones, y muy adictiva al sexo y la comida chatarra.

Joe Bauers (interpretado por Luke Wilson), es un oficial del ejército de los Estados Unidos (seleccionado por sus superiores al ser etiquetado como «el individuo más ordinario de sus filas»), y junto a Rita, una prostituta (interpretada por Maya Rudolph) son puestos como conejillos en un experimento militar ultra-secreto para demostrar la posibilidad de congelar soldados durante los tiempos de paz. Sin embargo, antes de finalizar el año en que duraría el tiempo de congelación, la base militar es cerrada y su jefe científico arrestado acusado de un escándalo por prostitución.

Los cuerpos de Joe y Rita en su estado de hibernación, son olvidados por completo, hasta que la base militar es demolida y ambos son descongelados de manera accidental.

Descubren que han pasado unos 500 años (se encuentran en el año 2505) en un mundo distópico; donde la selección natural parece favorecer a las personas de poca sabiduría debido a su amplia capacidad reproductiva. La humanidad ha involucionado en una idiotez, ignorante y retrasada, regida por personas de la misma categoría mental; condenándolos a todos a una desidia organizada sin solución. De ese modo, por suerte o desgracia, Joe se convierte en la persona más inteligente de todo el planeta. 

Quizá su propia exageración es consciente, pero no deja de ser perturbador ver en una comedia ciertas ideas eugenésicas como detonante. Pero olvidando esos dos primeros minutos del filme, la verdad es que el retrato del mundo que propone es bastante acertado. No es de extrañar que, desde la ascensión al poder de Donald Trump la gente la haya empezado a rescatar ahora, creándo debate, teorías y memes que la rememoran poco menos como una película visionaria. La película presenta la progresiva involución de las personas como algo que se está produciendo ahora, pero que será tangible dentro de mucho tiempo. Se puede ver que la sociedad distópica que presenta es insostenible por los incompetentes que la forman. Ese mensaje es uno de los más molestos e importantes que trata de inculcar al espectador y se trata de nuestra culpa compartida. Lo mejor de todo, es que, si miras más detenidamente, te das cuenta que en cierta manera los problemas que acucian a este futuro, son reflejos directos al nuestro.

El filme se ha convertido en objeto de culto por parte de periodistas y sociólogos. Con el transcurso de los años surgen análisis sobre las temáticas sociales allí tratados y sobre cómo incluso algunas de estas se han vuelto muy reales. En una entrevista a su director Mike Judge el mismo confesó que no se consideraba a sí mismo profeta, sino que se sentía muy aterrado con las similitudes que está tomando el mundo con su película, ¿o documental?...

La película hurga en la herida de una sociedad idiotizada ¿Cuántos dedican momentos de su vida a contemplar miserias y caprichos, de «famosos»? A la mayoría le gustan esas patéticas exhibiciones de mediocridad, y como la mayoría paga (y gobierna) pues ya tenemos un bodrio aprobado por la mayoría que es la semilla de lo que puede llegar a poblar todas las cadenas de televisión y canales de internet. Asusta mucho, y más cuando se nota que pocas personas parecen haber entendido la afilada crítica de este guion.

Quizá verse reflejado en algún momento produce cierta vergüenza ¿No les parece? Platón ya sabia que la democracia podia degenerar en un gobierno de tontos y malvados.

Con esto se desangra la fe en la humanidad. 
Ahora sin generos, ¿Sera que dentro de quinientos años no habrá hombres ni mujeres, solamente idiotas?


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