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domingo, 7 de junio de 2020

in-Potentia

George Frederick Watts. Esperanza, 1886

Siempre suelo toparme con esta clase de preguntas «¿y qué hacemos con todos estos problemas culturales?»«¿qué hacemos con un sistema bancario corrupto?»«¿qué hacemos con la gente encerrada en los programas sociales del sistema establecido?»...

Honestamente, los procesos de pensamiento y la mente son un programa. Considero que la sociedad, en sí misma, es un programa en ejecución y la programación encierra a la gente en puntos de vista específicos, ¿cómo resolvemos esos problemas? ¿cómo lo hacemos? ¿qué carajo hacemos?. Todo el que decide enfrentarse a la ortodoxia establecida, a las formas tradicionales de ver el mundo -por no hablar del sistema en el que ya vivimos-, debe prepararse definitivamente para ataques vehementes.



Si miramos a la historia de todo el que ha decidido enfrentarse al sistema establecido, es historia muy oscura. Mucha gente ve que algo va mal, pero no entiende la fuente de ese mal, porque están en el molde del adoctrinamiento. Estamos encerrados en un paradigma establecido y los procesos de pensamiento no pueden ir más allá. La gente está encerrada en un "molde" -una caja, para ser más especifica-. Pueden ver el molde a su alrededor; ven las goteras, los agujeros y las grietas, y se acercan a ellas para intentar arreglarlas y remendar los agujeros, pero no se paran a pensar que quizás haya algo mal con el molde en sí mismo. Quizá la integridad del molde en el que viven, es inherentemente invalida; vacía.

El sistema económico en el que vivimos, es un paradigma parasitario que solo puede llevar a la autodestrucción, pero la gente no lo ve. Así que, cuándo atacas el sistema económico, por lo que es en realidad, todos se ponen agresivos. Absolutamente todos dicen: «Bueno, espera un momento, este es el mundo en el que todos vivimos. Vivimos en un mundo basado en el lucro, un mundo de trabajo por ingresos, consumo cíclico. Estamos acostumbrados. Comprendemos que tenemos una división de clases». Y como siempre sueltan lo de "la naturaleza humana", asumen cualquier cosa para que parezca que forma parte del "orden natural de la realidad", cuando en realidad: no es así.

Existe una exigencia moderna presente en la siguiente pregunta: “¿Qué hacer?”. Desde el “intelectualismo” ruso del siglo XIX -pasando por Lenin-; después el existencialismo, Sartre, Camus; la “lucha activa”. Luego los “activistas” medioambientales… todos los modernos se preguntan “¿Qué hacer?” y exigen a cualquiera que hable les diga “qué hacer”, o que no diga nada. Por causa de ese requisito moderno, exponer los problemas sin proponer “medidas activas”, se interpreta como una inmoralidad. Todo pensamiento que no proponga un acto, resulta ser una indecencia.

Pues bien, yo no propongo hacer nada a nadie. Aquí soy una inmoral y una indecente. Supongo que muchos esperarán respuestas y soluciones, y al no recibirlas, experimentarán una profunda desilusión. En la mayoría de los casos, esa “desilusión” se valorará como un fracaso mío, y luego, de ustedes como lectores, o del blog en sí mismo. Generalmente, la frase “me ha desilusionado” se interpreta como “no me ha gustado”, “no lo quiero”, en cualquier caso, como una crítica negativa.

Sin embargo, para mí, no existe otro éxito que la "desilusión". Colaborar directa o indirectamente en ella, desilusionar en mayor o menor medida. Que alguien diga “desilusionarse” con este blog supone para mí, lo más parecido a recibir un prestigioso premio literario. Es precisamente la “ilusión” lo que pretendo disipar en grado absoluto, y si el lector se siente “desilusionado” en cualquier mínimo modo, sólo puedo congratularme por mi triunfo parcial o completo.

Aferrarse a una percepción equivocada de la verdad (“estar ilusionado”), resulta tan sumamente cómodo, que una “desilusión” -por pequeña que ésta sea- acostumbra a incordiar al iluso: éste se enfada, se revuelca, se agita, se mueve; quiere hacer algo.  Este blog no sólo comete la indecencia de no proponer ninguna acción, sino que se atreve a despreciar toda acción por el mero hecho de ser eso mismo. Si la modernidad es, ante todo, un contexto de acción práctica, jamás se conseguirá salir de este contexto a través de acción alguna. ¿Proponer algo que hacer? No cometeré semejante error. El lector puede hacer lo que le venga en gana después de esta lectura -como puede hacerlo también después de despertarse por la mañana, de rascarse la cabeza, o de ver un partido de fútbol-. No voy a cometer la irresponsabilidad de proponer algo.

La “acción” es un dominio sobrevalorado por el hombre moderno (“el hombre de acción”) y lo que quizás él no sabe es, que “actuar” no supone ser algo propiamente humano. La “acción” es algo que el ser humano comparte con los animales y desde dicha perspectiva, poco se diferencia una rana que actúa croando, con un conejo que actúa corriendo, con un elefante que actúa defecando, con un soldado que actúa asesinando, o con un escritor que actúa escribiendo. La “acción” (en sánscrito, "karma") tiene su valor en la manifestación cósmica, pero éste es muy relativo y no le corresponde en  exclusiva al ser humano de ninguna manera. Por lo tanto, si el ser humano se limita a actuar (tal y como lo hace el hombre moderno), éste poco se diferencia de las bestias (tal y como señalan los biólogos modernos, los antropólogos evolucionistas y los “amigos del chimpancé” de organizaciones medioambientales).

¿Existe una facultad propiamente humana? Si, existe: "jñana", la gnosis, el conocimiento. Nos remitimos a todas las tradiciones de la humanidad para fundamentar su existencia. ¿Propongo por lo tanto esto como alternativa de acción al moderno? No, jamás. Insisto en no proponer ninguna acción. La gnosis no es una acción; y lamento si el hombre moderno no puede comprender esto. ¿Qué palabra elegimos para abrir el silencio que destruye cualquier interrogante? La palabra que nos define como seres humanos: conocimiento.

Ante lo inevitable, la serenidad es deseable. Ante lo agitado, el sosiego es recomendable. Ante una pregunta ruidosa, la única respuesta será el silencio. Muchos movimientos se acumularán en la futilidad del ocaso. Muchos movimientos se sacudirán en violentos espasmos espirales; todos predecibles.

Muchos movimientos dirán liberar y liberarse a través de acciones esclavizantes. Al ser humano superviviente de todo esto, ¿qué le queda por hacer? Nada. Tan sólo mantener su respiración, sosegar el semblante, y dar un alarido de silencio que ilumine a sus semejantes.

Se conoce lo que se ama y ante el amado, silencio.
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